Bueno, para empezar, mi nombre es Emily y tengo 16 años. Ahora es verano. Vivo en Beverly Hills, California, y soy de estatura mediana, con pelo largo, liso y marrón claro. Visto de una manera a lo "Rapera". En verano casi siempre visto con pantalones cortos y anchos de distinto color cada día. Camiseta de manga grande con el mismo color que los zapatos que lleve pero distinto color al de mis pantalones, bueno, que me estoy enrollando mucho. A lo que iba: hace unos 3 meses aproximádamente conocí ha un chico que se llamaba Ryan. Iba a mi misma clase, aunque casi nunca hablabamos, por no decir nunca. Un día yo estaba sola y él se sentó a mi lado. Le pregunté:
-¿Ryan? ¿Qué quieres de mí? - Le dije con cara de listilla.
-Nada Emily, solo me he sentado aquí porque me apetece.
-Muy raro me parece. Sabiendo como eres, no lo veo normal.
-Tampoco creo que me conozcas tanto - Dijo en voz baja, casi susurrando.
-Bueno, me lo tomaré a buen rollo - Le dije disimulando que sabía que algo tramaba.
Esa misma tarde, me crucé con él en un parque y me preguntó:
-Emily, perdona, ¿me podrías dejar los apuntes de matemáticas? Es que se me han perdido y no los encuentro por ninguna parte - Dijo preocupado.
-Sí, toma, de todas formas tengo fotocopias hechas, pero, ¿desde cuando te interesas por los estudios? - Pregunté extrañada.
-Si me permites, te invito a un helado y te cuento la larga historia - Respondió con un tono bajo.
-Okey. Con mucho gusto - Y le dediqué una pequeña sonrisa.
Llegamos a la cafetería...
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