Entramos en la cafetería, era la más cercana y mi favorita. Ryan cogió mesa para dos y pidió un helado de chocolate, yo, lo pedí de vainilla. De pronto le dije:
-Ryan, ¿me vas a contar porque te estás interesando ahora tanto por los estudios, o es que me has traído aquí por otra cosa? - Le pregunté extrañada y a la vez, confusa.
-Te he traído aquí mas bien por otra cosa, lo del estudio fue una excusa para que aceptases venir a tomar helado conmigo... - Respondió con vergüenza, con tono bajo y agachando la cabeza.
-¿Y porqué?
-Porque me gustas, ¿sabes? Llevas gustándome desde que llegué aquí, te miraba cuando no te dabas cuenta, y nunca dije nada a nadie. No quería que llegase a tus oídos que te quería, por miedo ha oír salir de tu boca que tú a mi no me querías. ¿Quererte? Siempre lo he hecho, cada vez más. No me preguntes el por qué, yo no lo sé.
- ... - Me quedé mirándolo con la boca abierta.
-¿Contenta? Lo necesitaba.
-¿Quieres que te diga una cosa?
-Dímela. No creo que quedes tan en ridículo como yo lo he hecho diciéndote esto que te he dicho..
-¿Y si te digo que me he meado encima, tampoco quedaría más en vergüenza que tú? - Dije bromeando.
-No, ¡ja, ja, ja, ja! - Rió a carcajadas.
-¿Y si te digo que te quiero desde el primer momento que te vi? ¿Que deseo que estemos juntos desde el momento que te conocí? ¿Que quiero pasar el resto de mis días junto a ti desde que oí tu voz? ¿Y que quiero que seas mi príncipe azul y yo tu dulce princesa desde que te miré a los ojos? - Dije.
No me arrepentía nada, me desahogué, y dije lo que realmente sentía y lo que nunca me atreví ha decir. Sin embargo el me miró estupefacto, no se lo creía.
-Vayámonos de aquí Emily, quiero estar a solas contigo.
Le dije que si, que sería lo mejor. Eran las 5 de la tarde.
Fuimos a un callejón sin salida en la calle de atrás de la cafetería. Él miraba mis labios con deseo de besarles, yo miré los suyo con ganas de saborearlos. Me miró a los ojos. Estábamos en silencio. Seguidamente, ¡ME BESÓ!
Nos pudimos tirar minutos besándonos, un beso seguido de otro, así hasta las 6:30 de la tarde. Se tubo que ir, se despidió con un beso y un abrazo y dijo:
-Te quiero, más que a todo. Y no hace falta que nos hayamos conocido antes, en apenas 3 meses me he dado cuenta de que eres lo más importante, algo imprescindible, más que los calzoncillos - Los dos reímos, me volvió ha besar.
-Adiós. Esta noche te mando un mensaje al móvil. Se te queda pequeña la frase te quiero.
Se fue y me quedé con ganas de seguir besándolo hasta altas horas de la noche, sin cansarme de aquellos maravillosos y carnosos labios. Él era la perfección en persona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario